30 enero 2016

El ministerio de educación peruano


  Mes de agosto en Lima. Usualmente es el mes más frío del año, pero el 2015 trajo un invierno suave en temperatura y moderado en humedad, casi motivo de celebración para una ciudad eternamente cubierta por una niebla pertinaz que, a fuerza de estar pegada a las muchas pistas repletas de recovecos y hoyos, ya se ha convertido en un manto húmedo poco permeable a los humos de vehículos y chimeneas industriales.
 
     El asma y yo hemos hecho un pacto de no agresión por el que ella me deja vivir sin cerrar su puño alrededor de mis pulmones si mantengo una distancia prudencial de la nube que cubre Lima. Así, el mes de agosto del 2015 para mí fue mucho más benigno en el pueblo-distrito en el que vivo, en las faldas de los cerros que empiezan a trepar al este de la gran urbe de 9 millones. Felizmente también han logrado trepar las urbanizaciones e invasiones que trajeron consigo los servicios básicos que la humanidad creó para poder multiplicarnos con mayor comodidad. Y los no tan básicos también. Gracias al no tan básico servicio de internet hice el blog que estás leyendo ahora y ocasionalmente encuentro oportunidades de trabajo que aprovecho con lo mejor de mis posibilidades, pues sé por experiencia cómo se ha ralentizado la seguridad laboral de los profesores de idiomas en el reino empresarial en que se ha convertido este país. Esta vez personalizaré lo que escribo.

     En uno de los tantos correos propagandísticos que me llegan vía electrónica, me llegó uno no comercial anunciando una convocatoria para seleccionar a docentes de todas las especialidades que se enseñan en el nivel secundario peruano. La convocatoria la hacía el sistema de colegios de alto rendimiento del ministerio de educación (no merece las mayúsculas) del Perú. Nada menos que los colegios especialmente hechos para los alumnos que ocupan los primeros puestos en colegios estatales de todo el país. La novedad más resaltante era que estaban abriendo ocho nuevos colegios de alto rendimiento en sendas capitales de departamentos (divisiones territoriales en el Perú), incluyendo a mi querida Cajamarca en la sierra norte. Tanto será mi amor por la tierra que, a pesar de dos experiencias terribles en convocatorias laborales previas del mismo ministerio de educación, me apunté. Con mucho escepticismo, me apunté.

     La primera experiencia terrible que tuve con el ministerio de educación fue precisamente en una convocatoria para el colegio de alto rendimiento llamado Presidente de la República, la versión limeña y original de esos colegios especiales. Postulé y logré llegar hasta la última instancia con el más alto puntaje, puntero. Los funcionarios ministeriales y colegiales tuvieron que darle una nota ínfima a mi clase modelo-entrevista para que la candidata que venía con el tercer lugar en puntaje hasta ese momento saliera ganadora con un puntaje por entrevista casi perfecto. La diferencia de puntajes era tal, que sólo pudieron birlarme el concurso por sólo 0.5 puntos. Mi reclamo oficial en el colegio ni siquiera mereció respuesta de ése ni del ministerio de marras.

     La segunda experiencia terrible, impenitente de mí, también sucedió esta vez en una convocatoria general para todos los colegios de alto rendimiento, llamémoslos COAR como les gusta a los burócratas. Mi justificación para volver como mula al trigo fue que la primera vez había tratado con funcionarios de categoría menor, de pupitre colegial, que ahora el asunto sería tratado por funcionarios de primera clase, de oficina ministerial en el mesocrático distrito de San Borja en la capital. Grave error, los funcionarios dizque de primera clase registraron mi postulación, pero ni siquiera consideraron mi nombre para declararme apto o no apto en la etapa de evaluación de currículums, la misma que había merecido 97/100 en mi primera experiencia concursal. Cuando reclamé, con mucho tiempo para correcciones de parte de ellos, simplemente no me prestaron atención. Mi reclamo oficial en el ministerio de San Borja tuvo la respuesta negativa que esperaba ─al fin, cuando al gato lo dejan de despensero, todo termina devorado o meado─. Los funcionarios se dieron el lujo de fabricar un registro tardío para mi postulación considerando mi currículum no apto cuando ya todo estaba consumado. ¿Recuerdan que el mismo ministerio le dio un 97/100 a mi CV en la primera convocatoria que participé? Muy conveniente resultado para ellos y la camarilla enquistada en esa cartera gubernamental.

     Los días pasan rápido, la vida viene y va, y me contrata una institución privada, filial de una megaempresa internacional, como Coordinador General de un proyecto de capacitación dirigido a profesores estatales, proyecto licitado por el mismo ministerio de educación. El proyecto se convierte en programa y el programa en realidad y ahí me tuvieron trabajando al 100% con 18 salones con capacitadores internacionales frente al mar de Lima. Gratísima y enriquecedora experiencia que terminó con un acompañamiento online a la mitad de los 400 profesores estatales egresados del programa presencial. Las plataformas educativas dejaron de tener secretos para mí y ahora diseño y manejo mi propia plataforma para preparación TOEFL en Canvas®. Perdón por el comercial.

     De vuelta a la siniestra realidad estatal peruana, cuando el programa online que les comento estaba casi en su término, me escriben los funcionarios ministeriales de la convocatoria para el COAR de la bella Cajamarca, la tercera convocatoria a la que me apunté lleno de escepticismo. Le habían dado otra vez 97/100 a mi CV los muy ladinos. Pregunté a amigos, sopesé el tema, y decidí seguir la corriente al ministerio de educación por tercera vez, iluso de mí. Un viajecito a la linda tierra no me caería mal, pensé, tratando de buscar colaterales desde el saque. Desarrollé una prueba escrita en Cajamarca y me calificaron el trabajo con 100/100. Caminaba el asunto y despertaba esperanzas en mi escéptico ser. Mi más cercano perseguidor estaba 16 puntos atrás, ¡y eran dos puestos en disputa! Un mes después me hacen una entrevista por internet y puedo decir que no me fue nada mal en el intercambio hablado. Casi un mes después publican resultados finales y la primera sorpresa fue ver el puntaje más que irrisorio que me habían dado por entrevista, peor en 19 puntos que en la entrevista del primer concurso que participé en el colegio original. Demás está decir que una candidata que iba cuarta en la carrera por puntos le habían premiado con un puntaje casi perfecto y la colocaron así en el primer lugar, ganadora del proceso. La pesadilla otra vez. Pero, espera, me dije, soy el segundo en el orden de mérito que los mismos funcionarios han cocinado, así que ¡aún gano una docencia en el COAR de la linda Cajamarca! Algo picado por el cambalache de puntos, pero ganaba. Estaba sobreestimando a los funcionarios del ministerio, no gané ni las gracias por participar.

     Lo que siguió bien puede ser parte del guion de alguna película acerca de republiquetas corruptas cuyo oprimido pueblo es rescatado por un héroe de la decencia democrática. Solo que sin héroe en la película. Me enteré que no respetarían el orden de mérito, que sólo los primeros puestos serían contratados, que los segundos lugares no serían considerados, que había habido concursos paralelos en la misma convocatoria. Abierta mentira. Recurrían a la mentira, a la desvergonzada mentira para hacer y deshacer a su gusto y antojo. Todos sus propios documentos oficiales publicados hablan de la mentira que vienen ejecutando al tiempo que escribo esta declaración personal de frustración y nausea. No solo se están zurrando en el precepto de la meritocracia como pilar de una democracia sana y progresista (tantas veces anunciada por ministros y presidentes) sino también ponían en franca duda la calidad del staff de los colegios que deben formar a las mejores mentes del Perú. Esta no es una película, es la realidad pura y cruda. La corrupción no tiene límites y está enquistada en todos los tejidos y costuras del ropón de este bebe que tenemos por país.

     ¿Reclamaré? Sí. ¿Obtendré el puesto que me corresponde por orden de mérito? No. Mi reclamo se procesará en las oficinas del mismo gato despensero por 30 días útiles. Otros tantos días útiles en Defensoría del Pueblo, que es donde debe acudir todo aquél que haya sido atropellado por la burocracia estatal. Aún si Defensoría fallara a mi favor y mandara desfacer el entuerto, esto sucedería cuando el año 2016 ya esté a medio consumir y tendrían que atropellar ─con justicia, pero atropello al fin─ a quien quiera que esté ejerciendo mi trabajo. Y una muy incierta posibilidad que la prensa, el cuco de los funcionarios mediocres, me dé bola en esta época electoral.

     Aun cuando tengo toda la documentación que sustenta mi relato y estoy dispuesto a denunciar el atropello, ¿se hará justicia? Lo dudo desde lo más profundo del escepticismo que esta vez sí ha llegado para quedarse en mi opinión y expectativas de todos los actos que realizan rutinariamente los seres humanos que administran nuestro estado desde hace mucho tiempo. Y mi caso debe ser solo parte de la punta del iceberg de la corrupción en el ministerio de educación y demás burocracias que son el mal de ojo del Perú, no se nota, pero jode a rabiar.

24 enero 2016

Perú, Sociedad Anónima Privada.

     No es un secreto, y para la mayoría es un orgullo, que la economía peruana está organizada y gobernada por y para el mercado competitivo y libre, al menos en teoría. Las empresas privadas, dicen los guardianes de las buenas maneras económico-financieras, son el único motor de crecimiento efectivo y creíble. Por tanto, los dueños de empresas privadas son, siguiendo a los evangelistas del libre mercado, los profetas que deben continuar gobernando, más allá de quién esté sentado en el sillón presidencial. Así van nuestros tiempos bíblicos contemporáneos, nos guste o no.

     En cambio la contraparte del estado, la parte pública, despide olores insanos que provocan la santa ira de los CEO profetas, quienes deben tomar medicina contra la náusea cada vez que hacen sus nada despreciables negocios con el estado. Los gobiernos de turno que se encargan de administrar a ese estado anquilosado, papeluchero, coimero, elefantiásico, esperpéntico, impresentable, y etc. bien merecen  sus cuotas de crítica desde los editoriales que transportan el iluminado pensamiento de nuestros conductores. Es bien sabido que estos profetas son los intermediarios entre el cielo y la tierra por derecho divino, y tienen la sagrada misión de, arrobados, recibir el diario mensaje de nuestro mercader creador.
   
     Para darle una mejor calidad de vida a quienes realizan un sacrificio mayúsculo para conducir nuestras vidas y permitir así que su sabiduría chorree sin cesar sobre nuestras indolentes, pero agradecidas, cabezas, me arriesgo a romper el silencio expectante y proponer una medida que sería la solución definitiva a las continuas jaquecas de nuestros amados líderes CEO: privatizar al estado peruano.

     Convertir al estado peruano en una sociedad anónima privada no sólo es una solución ideal a las jaquecas de los líderes empresariales de nuestra sociedad, sino que significa escuchar el definitivo llamado del dios de la libertad económica, del semidios del liberalismo, del heroico capitalismo más prístino, del mesiánico mercantilismo de probada castidad. Crear una corporación llamada Perú S.A.C. ─o Peru Inc.® para el entorno globalizado─ traería incontables beneficios a nuestra sociedad y crearía una tendencia mundial incontenible en las redes sociales y anti sociales.

     Por acercarse los beneficios al número infinito, sólo podré presentar algunos tímidos trazos de lo que nos esperaría a la vuelta del registro de nuestra corporación nacional, en la que figuraríamos como socios minoritarios, una acción por cabeza, todos los peruanos vivos al momento de la inscripción pública en las instituciones financieras y comerciales multilaterales reconocidas por la comunidad internacional, OMC, FMI, BM, BRICS, CEPAL, OEA, OIT, y siguen siglas. El número de acciones y presupuesto se incrementaría anualmente para incluir a los nuevos peruanos y para generar bonos que premien la buena gerencia corporativa que redunde a favor de todos los inversionistas al repartir obligatoriamente utilidades cada año. Cada dos años, o algo así, se pondrían a la venta paquetes de bonos que permitan a inversionistas internacionales gozar de dividendos con tasas de interés muy atractivas en el mercado financiero global. Y todos los detalles adicionales que hacen de una corporación una persona que merece nuestra mayor atención e interés.

     El directorio y las gerencias serían nombradas por estricta meritocracia, con contratos libremente rescindibles, sin esperar a que terminen períodos presidenciales que nos aten a camarillas de dudosos personajes que invierten en procesos eleccionarios sin tener el más mínimo conocimiento de administración ni el menor asomo de vocación de servicio. La democracia estaría garantizada al poder escoger entre los socios más idóneos para cada puesto de nuestra corporación, desde el directorio hasta el menos exigente de los trabajos, todos necesarios, todos sujetos a voto universal de la magna asamblea de accionistas.

     Nuestra corporación entraría activamente a la competencia empresarial siempre buscando el mayor lucro para la empresa, anulando todo rastro de lobby empresarial local o internacional porque a ningún gerente se le ocurriría favorecer a otra corporación en contra de su propia empresa si, como es natural en el mundo empresarial, estaría buscando constantemente resultados positivos que redunden en un justo engrosamiento de su cuenta bancaria; de obrar contra natura, ahí estarían atentos los departamentos de auditoría, contabilidad y adjuntos a la gerencia que siempre están dispuestos a extirpar a malos gerentes y poder contar con la oportunidad de reemplazarlos. Sería la solución inmediata y sin costo de la corrupción público-privada.

     Por ser una sociedad anónima, la responsabilidad, y consecuencias, de los actos de cualquier índole de Perú SAC, especialmente los financieros, no recaerían sobre los socios. Los accionistas, o peruanos, no tendrían que cargar con deudas eternas producto de malos contratos hechos a espaldas del directorio y la asamblea general de accionistas, más aún sabiendo que nuestra Peru Inc.® cotizaría en las principales bolsas de valores del mundo, lo que la haría totalmente transparente al análisis de inversionistas y corredores de valores.

     Perú SAC, como es obvio, no tendría obligación de rescatar a otras corporaciones con problemas financieros. Por el contrario, estaría atenta a los nichos del mercado que queden desatendidos para expandir sus operaciones, siempre dentro de niveles de endeudamiento basados en tasas para tiempos de crisis, por más auge que exista en el momento de la expansión. Así por ejemplo, las crisis bancarias domésticas o internacionales ya no serían un peligro de derrumbe de la economía sino, más bien, una oportunidad para crear, o ampliar, el brazo financiero de nuestra corporación. Con Perú SAC en operaciones, no se hubiera dado la quema de US$25,000’000,000 de las divisas nacionales para evitar, infructuosamente, la devaluación en el presente, obsoleto, gobierno peruano. Las reservas nacionales serían fondos de la empresa y no dineros públicos manejados por algún banco central influenciado por lobbies de empresas privadas que le tienen pánico a las devaluaciones por estar irremediablemente endeudadas en dólares, ya sea por préstamos de bancos extranjeros o por emisión de bonos internacionales. En el mundo empresarial, si endeudas a tu empresa tienes que pagar sin buscar que ningún estado nacional te avale en momento de apuro o iliquidez. Al no haber estado, esas empresas privadas irían, como es lógico, a la quiebra y su lugar sería tomado por otras empresas, o Perú SAC.

     Tengo la vaga esperanza de contar con el oído de nuestros todopoderosos e inspirados líderes. Todo depende si la mayoría de nuestros sabios gobernantes reales no tienen demasiados intereses en que el Estado Peruano siga existiendo para continuar haciendo negocios o para conseguir su ayuda cuando sus deudas privadas los ahoguen. Misterios del evangelio según San Liberato Totalis sin Regulatus que nos cubre piadosamente hace más de 25 años de estos tiempos del Señor.