29 marzo 2014

La plaza tomada ...por mineros ilegales

La mal llamada minería artesanal sólo es una licencia seudo legal para que los individuos que han registrado su nombre en el Registro Nacional de Concesiones Mineras del Perú puedan contaminar a su gusto y paciencia, mientras excavan pocitos de una profundidad tan mínima como su exigua inversión en maquinaria; entusiastamente apoyados por mano de obra que cobra salario sólo cuando encuentra pepitas doradas. Más barato, imposible. Más destructivo, quizás no.

La bien llamada minería ilegal es toda la actividad criminal de extracción de oro y otros metales valiosos derramando mercurio y cianuro por donde caiga. Es ilegal porque no se puede, ni se debe, comerciar con oro que no tenga procedencia conocida y formal. La producción internacional de vino tiene denominación de origen por razones comerciales y de calidad; el comercio formal de metales preciosos es necesariamente regulado por razones de vida. Aún así, son 400 Has. de bosques las que depredamos al año por esa actividad ilegal por acción de más de 100,000 busca-tesoros a destajo en la selva y sierra del Perú.

Los mineros ilegales traídos en camión pagado por los concesionarios mineros del país (que no pasan de dos docenas) pernoctan en Plaza Dos de Mayo, otrora punto de reunión de marchas sindicales, y afirman a gritos que no saldrán hasta que el gobierno amplíe el tiempo de formalización. Amenazan con huelga de hambre, no sé a qué esperan. Desgracian más al tráfico en Lima y bloquean carreteras en el sur, no sé por qué les dejan. En concreto, amenazan y actúan con violencia pues es el único expediente con que pueden contar, después de años, décadas, de destrucción del ecosistema, de tráfico de personas, de tumbas anónimas, de enriquecimiento ilícito.

Mientras los colectivos españoles se expresan contra los recortes presupuestarios en las plazas madrileñas y Occupy Wall Street se hace escuchar en las calles newyorkinas, en el Perú un pequeño grupo de dueños-de-nada busca preservar el crimen institucionalizado de la minería ilegal, dizque artesanal. Crimen cometido por los concesionarios mineros, registrados con nombre y apellido, en abierta complicidad con funcionarios ministeriales de mano rota y ejecutivos financieros expertos en limpiar dinero sucio.

Ya va siendo hora de que el mundo entero ponga interés en este proceso de destrucción implacable e irreversible de la cuenca amazónica y la Cordillera de los Andes, dos grandes zonas naturales que son propiedad de todos los habitantes de la tierra y no de sólo un reducido grupo de ambiciosos depredadores. Ya va siendo hora que el mundo se interese en defender a los cerros andinos, los Apus, que desaparecerían llevándose sus más de 3,000 especies de papa.Ya va siendo hora de que se defienda de veras al pulmón amazónico de la tierra, que los bonos de carbono no le hacen mella alguna al mercado negro del oro. Ya va siendo hora que defendamos nuestra casa, nuestra única casa.

24 marzo 2014

Se cae de Maduro

     Venezuela es el tema diario en las Américas y no faltan razones para ello. La existencia de un gobierno hecho de arengas callejeras e ideas trasnochadas sin contacto con la realidad justifica lo que está pasando en las calles. Como muchos otros latinoamericanos, pienso y siempre pensé que el Presidente Maduro nunca debió ser presidente o que debería haber dimitido hace mucho. O, al menos, haber hecho un gobierno de concertación nacional para empezar a enderezar las cuentas nacionales del país con el subsuelo más rico de toda Suramérica. Al no haberlo hecho, la gente que vio caer sus propiedades bajo el poder estatal busca, con toda justicia, recuperar el terreno perdido. Se cae de maduro.  Sin embargo, la pregunta que nadie se ha hecho todavía es qué se hará con los pedazos cuando el aparato gubernamental estalle por los aires.
     La alternativa más plausible, e indeseable, es que Venezuela regrese a su ya legendaria bisagra política y se vuelva a repartir el poder político entre dos añejos partidos, la Democracia Cristiana (por qué no decirlo, la derecha tradicional) y la Social Democracia (tradicionalmente de derecha aunque se anuncie socialista). Dos situaciones peliagudas se presentarían como corolario, una tan inmediata como el efecto Rajoy y otra a medio fuego como el “modelo” peruano. Dios los pesque confesados.
     La primera traería a gobernantes que apretarían más aún el cinturón, creando nuevos orificios para la hebilla económica. Contando con su poder mediático, lograrían así perpetuar la brecha de ingreso venezolana a los paupérrimos niveles acostumbrados de esta parte del mundo. Lo peor de esta situación es que nadie parece recordar los gobiernos bañados de corrupción previos a Chávez. Nadie parece haber visto los fantasmas del expresidente Carlos Andrés Pérez (compadre y tutor de su par peruano Alan García), defenestrado por la Corte Suprema venezolana, o de Lusinchi y otras perlas presidenciales de la bisagra democrática venezolana que penan por el Palacio de Miraflores. No fue culpa de la democracia, pero esos especímenes de la política se encargaron que Venezuela, el país que alguna vez fuera el más floreciente de la América Latina, estuviera mordiendo el polvo mucho antes de la aventura chavista. Fui testigo presencial de esa ridícula contradicción.
     La segunda situación post Maduro sería una vorágine de partiditos, cada uno con agenda personalísima bajo el brazo, y que llevarían al poder político a los empresarios y mercantilistas de todo tamaño y procedencia legal del país. La cosa nacional venezolana iría de Guatemala a Guatepeor, con el agravante que el público común y corriente no se percataría de su caída libre al modelo peruano de vulgarización de su mundo, de educación por las patas de los caballos, de metástasis de corrupción en las instituciones gubernamentales, de renuncia al derecho de rebeldía so pena de ser declarado saboteador de la democracia.
     Que se vaya Maduro, pero que venga un presidente que rompa con la inercia política de hace más de 30 años. Que Venezuela ya no está para bolivarianismos rimbombantes ni para mercantilismos neoliberales.

05 marzo 2014

Escuela de ex-presidentes

      Le llaman megacomisión porque Tirios y Troyanos quisieron estar en ella, unos para buscarle los trapos sucios y otros para lavárselos. Le llaman megacomisión porque tiene que vérselas con un meganúmero de asuntos que van desde el rosadito sugerente hasta el colorado escandaloso, paleta del rojo a que nos tiene acostumbrados la política peruana, más si se trata del ex-presidente Alan García Pérez.
      Su primer post-gobierno lo pasó en el auto-exilio, por lo que la justicia lo calificó de reo contumaz. Para entonces eran menos los países con tratados de extradición, por lo que su abanico de alternativas incluyeron Francia y Colombia. Sumar la inactividad política obligada del gobierno no democrático de Fujimori y la necesidad de García de esperar a que sus delitos presidenciales prescriban dio como resultado las vacaciones envidiables que se empujó el ex-presidente en cuestión con dinero a todas luces ajeno. Él mismo se redujo el sueldo presidencial y el cuento de las conferencias ex-presidenciales data de las mil y una noches. Su segundo post-gobierno lo sigue pasando de lo más bien, ahora en su país.
     Escapar otra vez a la vida muelle en el extranjero no es una solución posible, por más tentadora que sea la posibilidad. Razón de fondo, los delitos por corrupción no prescriben más en el Perú. Razón de estética, el ex-presidente quiere volver a ser presidente. Y es que el ex-presidente está preparado, para los truenos legales y penales cuenta con el techo acalaminado de la Fiscalía de la Nación. Para las tormentas políticas e inhabilitadoras tiene el inmenso paraguas informativo del monstruo de la prensa políticamente correcta, la que define en un día la opinión del peruano promedio, la que obedece como mono sabio a las pocas manos que editan noticias.
     El investigado por la megacomisión se da el lujo de tener una caja de resonancia estentórea en su país y vaya que le saca provecho. ¿Cómo? magnificando ad infinitum sus tuits en las redes sociales. Que debe haber pena de muerte, que Humala abandonó a Venezuela, que la esposa de Humala quiere ser presidente, que él subiría el sueldo mínimo, que él mejoraría los precios internacionales de los minerales, que él lo haría mejor, que él, que él, que él. ¿Más de 140 caracteres? propagando su presencia y su pliego de auto-preguntas en programas políticos televisivos de larga audiencia. La interrogante que salta de todo este autobombo es si alguna vez informará ante las autoridades judiciales sobre los narcotraficantes que indultó, sobre las contabilidades de las reconstrucciones de colegios emblemáticos que empañó, sobre los dineros destinados a dar agua potable a todos los peruanos, todos, que centralizó.
     La respuesta también salta de un resorte, el ex-presidente indultó a esforzados peruanos arrepentidos, no fue su culpa que la aplastante mayoría fueran condenados por narcotráfico. El ex-presidente quiso la mejora de la educación y los servicios públicos, no fue su culpa que los miles de millones invertidos se administraran desde la presidencia de la república. El ex-presidente clama por el apoyo a los manifestantes anti- Maduro en Venezuela, no es su culpa que todo se convierta en una burda cortina de humo informativo local para matizar la hediondez de la podredumbre de sus gobiernos pasados, difícil tarea ex-presidente. Y aunque tenga muchos que le rasquen, no se pique, ex-presidente.