28 abril 2011

El Método Fascista en el Periodismo

Me pregunto quién es el autor de la carta que menciona el director de Correo en una de sus columnas en el Diario Correo virtual, ¿o es que es un alter ego de Aldo Mariátegui para ataques sucios? Ya sabemos hasta la saciedad que Mariátegui apoya a Fujimori, pero no creo que nadie tenga derecho a insultar de esa manera tan burda e infantil a un escritor, cualesquiera su posición política. Todos tenemos derecho a opinar y nadie tiene derecho de tratar de desautorizar a otro usando lodo con ventilador, eso es fascismo (¿o fujimorismo?). Debemos desterrar ese estilo de hacer periodismo y/o política y la mejor manera de hacerlo es no propagandizando esta clase de libelos (muchos de los editoriales del Correo destilan veneno, no todo Correo felizmente).
Creo firmemente que debemos reflexionar mucho antes de votar el 5 de junio próximo, residentes en el Perú o no, pues a todos los peruanos nos afecta lo que suceda después del 28 de julio pues sabemos que ambos candidatos están endulzándose y adornándose para jalar al casi 50% de peruanos que no votamos por ellos en primera vuelta. Analicemos sus propuestas y su entorno sin escuchar los cantos de sirenas en los medios de comunicación (Aldo Mariátegui con cola de pez, definitivamente, no es una bonita visión para el Perú).

27 abril 2011

El internet como ventilador

No es suficiente para las empresas de comunicación masiva con lo impreso, hablado o televisado, ahora también debemos lidiar los constantes mails con artículos de dudosa autoría y más dudosa fuente de información. Lo peor de todo es que son mis amigos y conocidos quienes se encargan, sin retribución alguna, de hacerme llegar lo que piensan los periodistas o políticos de moda en tiempos eleccionarios. Dejé de comprar diarios y de ver noticieros locales para librarme de la batería de ataques de los grupos contendientes en la segunda vuelta electoral en Perú, pero la vía internet se abrió sin límites en mi computador personal.
Absténganse, amigos y conocidos míos, se lo suplico, de enviarme artículos, columnas, o libelos de ninguna autoría que no sea la de ustedes mismos. Ustedes tienen los mismos miedos, las mismas inquietudes y las mismas interrogantes que yo. Ustedes sufren los mismos problemas diarios y comparten el mismo futuro que yo. Entre nosotros sí podemos, y debemos, conversar y discutir sobre lo que puede ser mejor o peor para nosotros. No necesitamos a ningún sabelotodo a sueldo para decirnos qué pensar y menos para urgirnos qué hacer. Nos bastamos nosotros, mis queridos amigos y conocidos.
La caja de resonancia de los mensajes de periodistas y políticos se ha ampliado ahora con la colaboración gratuita de muchos usuarios de correos electrónicos. El ventilador que antes usaban para llenar de lodo a quienquiera les fuera incómodo tiene ahora nuevas dimensiones ¡sin que tengan un sólo centavo de costo adicional!

20 abril 2011

No votaré por el fujimorismo porque creo en la democracia y la decencia

No concibo un país dándole una nueva oportunidad a un grupo político que no sólo delinquió en el poder sino que también afectó directamente a las vidas de cada uno de nosotros en lo económico, laboral, político, ciudadano, etc. Ya bastante se ha dicho y escrito respecto a lo que fue el gobierno autócrata del presidente peruano que fugó al Japón y buscó ser congresista de su segundo país, dejando a su primer país con el tesoro nacional desfalcado. Tanto se dijo y escribió que el ciudadano común como tú y yo se hastió y asqueó. Sin embargo, ahora es perentorio recordar que los gobiernos de Fujimori en toda la década del 90 fueron posibles gracias a (1) el miedo creado mediáticamente por el Apra para bloquear el ingreso de Vargas Llosa al poder -cuya organización política era la mejor preparada para el shock económico que cualquiera debía aplicar después del primer gobierno de Alan García- y (2) la creación de una nueva constitución que permita al ya autócrata Fujimori continuar en el poder -no se puede justificar el cierre de ningún congreso, aún cuando éste sea resultado del ineficaz sistema del voto preferencial-.
Adicionalmente a lo político, el fujimorismo encarna lo que es corrupto y espúreo en el Perú. Parte de nuestro dinero de impuestos se va en mantener una gran cantidad de delincuentes encarcelados, con Alberto Fujimori a la cabeza; ese dinero será una buena inversión si con el logramos mantener fuera de los círculos gubernamentales a esta gente que probadamente ha demostrado su incapacidad por razones legales. Los peores criminales son aquellos que poseen cerebro y dotes organizativas para realizar sus fechorías y el botín en este caso fue el país entero.
Por tales razones, no votaré por el fujimorismo ni en estas elecciones ni en ninguna otra. No cometí el error de votar por Fujimori nunca, no voy a cometer ese error ahora, ni por miedo ni por indiferencia. No votaré por el fujimorismo aunque Keiko firme todos los compromisos habidos y por haber declarando su repudio contra la corrupción. el control de los medios de comunicación, y los crímenes de lesa humanidad, porque llegaría al gobierno con todo el grupo fujimorista que acompañó a su padre. No votaré por el fujimorismo aunque Keiko jure y perjure que no indultará a su padre, porque esa afirmación me dice que liberará al delincuente por la vía del control del Poder Judicial, cosa que el fujimorismo ya ha hecho. No votaré por el fujimorismo aunque Keiko afirme y asegure que es perfectamente capaz de gobernar sin apoyo de su padre y demás yerbas, porque no tiene ninguna experiencia de trabajo plausible y real ni ha vivido lo que el pueblo peruano ha sufrido en cualquiera de sus clases sociales.No votaré por el fujimorismo porque no podré tolerar ver a mi país nuevamente amordazado y engañado sistemáticamente día a día por obra de las fuerzas oscuras que utilizarían el poder y el dinero del estado peruano que es de todos nosotros. No lo haré ni por miedo a la encrucijada en que nos encontramos por los resultados de la primera vuelta electoral, muy diferente a la del año 2006 que permitió el ingreso al poder del ex-reformista Alan García.
Para mi, y espero que para muchos otros peruanos, la única salida se encuentra en la vigilancia activa de nuestra democracia para evitar  que el otro candidato a presidente siquiera sueñe que podrá convertir a nuestro país en las sombras que ahora son otrora grandes  países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, y Nicaragua. Es cierto que es nuestro deber ahora escuchar a ese 31% de peruanos que busca cambios radicales, pero también es cierto que es nuestro deber asegurarnos que el otro 69% no caiga en el pozo profundo del velasquismo trasnochado. El trabajo nuestro como demócratas no es decidir entre apoyar a las políticas de gobierno venezolana o brasileña, lo nuestro es hacer fuerza para que la política de gobierno más conveniente para el pueblo peruano se ejecute en el Perú. La encrucijada es, en concreto, evitar el advenimiento de autocracias de cualquier laya y para ello debemos usar todas las instituciones democráticas con las que contamos y dejar de perder el tiempo en apoyar la propaganda politiquera de la ya negada alternativa fujimorista.

18 abril 2011

Los Tres Monos Sabios

Los tres tradicionales monitos que se muestran cubriéndose los ojos, los oídos y la boca tienen gran significado en la cultura japonesa desde hace siglos.  Precisamente, los nombres de los simpáticos micos - Mizaru, Kikazaru, e Iwazaru - significan "no ver, no oír, no decir". Y, según nos explica la antropóloga japonesa Emiko Ohnuki-Tierney, catedrática de la Universidad de Wisconsin, existía en el Japón medieval un "código filosófico y moral santai: entre el pueblo el sentido era «rendirse» al sistema, obedeciendo un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción, lo que perdura hasta la actualidad". Un código de supervivencia que en nuestros tiempos ya no termina en pérdida de la cabeza al golpe de alguna katana samurai, pero que se sigue aplicando con la diligencia propia del insano terror a lo desconocido.  

     No son, entonces, los tres monitos parte de un espectáculo infantil sino que representaron sutilmente la opresión que un pueblo antiguo sufrió. Una opresión económica real que mantuvo por muchos años a una casta tan inútil e improductiva como la Samurai en lugar prominente de la estructura social, tal como sucedió con la casta de los hidalgos en España y los encomenderos en Hispano América. Las actuales castas improductivas en el Perú, ya sean políticos o mercantilistas, han logrado implantar la actitud de "mono sabio" en la gran mayoría de conocidos míos cuando de reclamar contra injusticias sociales o gremiales se trata. Una pérdida de tiempo dicen unos, una actitud de envidia afirman otros, una condición de renegado social rematan unos pocos más. Una lástima, pues muchos de esos conocidos míos son gente inteligente que ha pasado por un proceso de auto-convencimiento de la existencia de una realidad ideal creada para el consumo masivo. Se tapan los oídos a toda voz que cuestione el supuesto papel igualador del crecimiento económico auto-regulado. Callan sin esgrimir razones cuando se duda de la alucinante idea de cada-peruano-un-emprendedor. Prefieren ser ciegos a la diaria visión de imágenes de nuestro casi vandálico subdesarrollo omnipresente en cada calle, cada barrio, cada ciudad. Una verdadera lástima.

¿Y cómo lo hacen?

Simple, llano y directo: ¿quién o quiénes financian a los dos candidatos que quedan para escoger en la segunda vuelta en Perú? Nos urge a los peruanos con dos o más dedos de frente saber cuánto gastaron en propaganda política en la primera vuelta y cuál es su presupuesto para la segunda vuelta, sin olvidar mencionar a las personas, instituciones, o empresas que financian dichos presupuestos. Si logramos conocer esos datos, y deberíamos lograrlo, nos urge indagar qué motiva a los financistas de estas campañas políticas a arriesgar, una vez hechas las sumas,  grandes cantidades de dinero. Que nadie quiera meternos el dedo en la boca con el cuento que el "apoyo" a políticos (que es diferente a decir política) obedece a su vocación de servicio a la comunidad. Bajo el supuesto negado que fuera así, flaco favor nos hacen con la disyuntiva Humala-Fujimori.

El Compromiso por el país en la picota

Basta darle una mirada al "Compromiso por el Perú" que PPK está solicitando firmar a candidatos y ex-candidatos para darse cuenta que tanto Humala como Fujimori tienen puntos cuyo cumplimiento estaría cubierto por la duda. Aquí los 8 puntos:
1. Eliminación total de la pobreza extrema y de la desnutrición para el 28 de julio de 2016.

2. Respeto a la Constitución vigente y rechazo a cualquier intento de perpetuación en el poder.

3. Lucha frontal y deslinde claro contra la corrupción.
4. Rechazo a la impunidad de quienes en el pasado cometieron crímenes contra la Humanidad y contra el Estado.
5. Apoyo incondicional a la plena libertad de expresión y respeto a los derechos humanos.
6. Promoción del desarrollo económico y social para todos los ciudadanos y todas las regiones del Perú.
7. Mejoramiento de una economía social de mercado con liderazgo del Estado y promoción de la inversión privada para mejorar los servicios públicos y la calidad de vida de los más necesitados.
8. Respeto al ahorro nacional en todas sus formas, en particular el de los pequeños ahorristas, e incluyendo el ahorro de los diferentes sistemas estatales y privados de pensiones
Los puntos 1, 6, y 7 son casi meramente enunciativos y de cumplimiento progresivo a lo largo del período de gobierno. Sin embargo, los puntos 2 y 5 parecen ser de difícil cumplimiento para ambos candidatos (para Humala por el accionar de presidentes afines a su línea en Latinoamérica y su plan de gobierno vigente y, para Fujimori, por uno de los pasivos del fujimorismo durante la autocracia de los 90).
Adicional e individualmente, Humala encontraría difícil cumplir el punto 8 por una hipotética distribución de la riqueza en sus extremos (ya sucedió en el Perú de Alan García de los 80 y en la Argentina de los Kirchner). Mientras que Fujimori se juega la palabra ya empeñada con su firma en los puntos 3 y 4 si es que indulta a su padre.

12 abril 2011

De Elecciones y Decisiones Tomadas

Aunque ya era el resultado anunciado por encuestas publicadas en internet, no dejó de caérseme la mandíbula por un momento cuando supe, como todo el Perú y el mundo, que la segunda vuelta para elegir al nuevo presidente peruano tendría en el menú a los dos candidatos que, con razón o sin ella, se venía diciendo traían ingredientes dudosos.
Pero primero una reflexión. El sector mayoritario de la población urbana queda fuera de posibilidades el 5 de junio debido a la atomización del voto que apoya  continuar las políticas económicas seguidas desde el retorno de la democracia el año 2001. Hay quienes culpan a Luis Castañeda por su falta de desprendimiento al no renunciar la semana antes de la primera vuelta; parecen no recordar que detrás de cada candidato presidencial hay una multitud de candidatos congresales que no le hubieran permitido comprometer su volumen de votos, no después de la fuerte inversión en propaganda. Otros culpan a Alejandro Toledo por adelantarse a “pelear” la segunda vuelta con Ollanta Humala, dejando que se cuele la candidata del fujimorismo sin que le caiga ni un solo tomate de sus ataques chakanos. Otros más pueden estar rumiando lo cerca que estuvo Pedro Pablo Kuczynski de entrar a la segunda vuelta, pero también olvidan que él decidió jugársela por un voto más o menos y lograr la hazaña o nada. La verdad es que, hoy por hoy, no hay políticos de fuste en el espectro de centro-derecha en el Perú.
Ahora a nuestro problema. Por un lado Keiko Fujimori (nunca usó su nombre Sofía en la campaña) declaró representar orgullosamente la continuación del gobierno de su padre, hoy preso por actos dolosos durante su administración. La hija del convicto exgobernante no perdió oportunidad para mencionar los logros del gobierno en que fue primera dama (una vez que su madre se retiró después de ser torturada); sin embargo, tenemos que recordar que el fujimorato de 11 años se cargó las mínimas condiciones laborales de un país decente, permitió la importación del actual parque automotor añoso y contaminante (sí, las combis actuales son sus criaturas), compró con dinero de todos los peruanos la línea editorial de los medios de comunicación, sojuzgó al poder judicial, cerró el congreso, y trató de eternizarse en el poder mediante el cambio de constitución y enmiendas a la misma al más puro estilo chavista (por Hugo Chávez, no por Martha Chávez, que son otras perlas las que la adornan).
Por otro lado, Ollanta Humala deja dudas por su mensaje contradictorio que ha pasado (o está pasando) del velasquismo al socialismo moderno en tiempo record. Si un hipotético gobierno de Ollanta Humala se inclina por el socialismo militar de los 70 en el Perú, estamos fritos y requemados, el retroceso sería inconmensurable. Sólo basta darse una vuelta por la sierra y ver el resultado de nivel de subsistencia que ha dejado la reforma agraria de 1968, amén de la destrucción de la industria naciente de aquél entonces. La otra posibilidad con el hasta ahora comodín del naipe que es Ollanta Humala es que opte por un gobierno como el que realizó tan exitosamente Lula da Silva en Brasil, al estilo del socialismo moderno instaurado por varios partidos de la izquierda europea. No sólo empezaríamos como país a salir del pozo de la pobreza en que aún nos encontramos, si no que la ansiada distribución de la riqueza que espera el votante peruano empezaría a tomar forma.
En concreto, a mi modo de ver, existe la seguridad plena del accionar de un posible gobierno fujimorista: autocracia y corrupción oficial. Y hay dudas y posibilidades barajándose si el humalismo llega al poder. Estimo que debemos presionar por garantías de gobierno equilibrado a Ollanta Humala. Aún cuando los grupos de poder peruanos, ante el temor de perder las sobre-ganancias que han cimentado la actual desigualdad en el Perú del 2011, traten de convencernos de cerrar filas alrededor de la dictadura solapada de Fujimori, debemos ser conscientes que un tercio de la población de este país pide un cambio; si el estado no escucha ese pedido, otra noche sin luna se estaría acercando en la historia del Perú.