23 febrero 2011

Ayer tuve un día ajetreado


Ayer tuve un día ajetreado gracias a una serie de visitas de extraños, gente a la que vi por primera vez en mi vida. El primero de ellos, un técnico de una de las empresas “colaboradoras” de Telefónica del Perú. Su visita, de cortesía por supuesto –y sin invitación de mi parte-, obedecía a un requerimiento sobre un papel que blandía como prueba irrefutable de su condición de poder, de poder cortarme el cable de TV.
Soy un fanático de las películas en DVD, sí, lo confieso, soy un consumidor compulsivo de películas de toda laya, aunque por el precio que pago sospecho que muchas de ellas carecen de legitimidad, pero, ¿TV de cable?, a no ser por los canales de películas, no le encuentro mucha utilidad.
Lo cierto es que mi primer visitante del día ondeaba su documento como si fuera una bandera en la tribuna norte del estadio nacional cuando empatamos con Brasil y anunciaba el inminente corte del servicio por su propia mano si es que yo no accedía a presentarle una pequeña suma de dinero que le hiciera olvidar su incómoda diligencia. Le pedí que hiciera lo que considerara más conveniente por 2 razones: una porque no era mi casa y, dos, porque sabía a ciencia cierta que en la casa de este amigo no había cable por ser ésta una casa de campo y de reposo. El colaborador de Telefónica se retiró cariacontecido, patidifuso y con todos los adjetivos que puedan describir a un hombre que sacó su huaraca para matar un ave que sólo existió en su imaginación, o en la base de datos desfasada de la compañía en que trabaja y que no duda en utilizar para granjearse unos centavos adicionales.
Mi segundo visitante fue el representante del servicio de internet de la misma casa de campo prestada, servicio éste que sí está instalado pues uno reposa del mundo que lo rodea, no del mundo más allá de nuestras fronteras sociales. Tuvimos una conversación muy amena mientras realizaba ciertos ajustes al modem y la antena. Pude colegir que el simpático visitante trabajaba como ingeniero para Telefónica del Perú y que se las arreglaba para brindar servicios de internet vía wi-fi usando los códigos y demás triquiñuelas técnicas que tenía a su disposición por el puesto de supervisión que ocupaba. Resultado: setentitantos clientes a un promedio de 120 nuevos soles peruanos per cápita, pingüe suma mensual por el uso soterrado de información privilegiada de una empresa que le paga sueldo.
No necesité otro visitante de mayor calibre, usualmente mencionados en nuestros periódicos, para comprender que la corrupción es parte de nuestra sociedad en todos sus estratos, que medra a la luz del día delante de nuestros ojos, que un individuo no la considera despreciable en tanto esté pastando en su granja o hacienda personal. No propongo nada porque nada se me ocurre frente a un monstruo de tantos y tan largos dedos. ¿Necesitaremos varias generaciones para erradicarla? pues habrá que empezar a exterminar a todos los corruptos de las generaciones presentes. Cuidado, que por ahí nos quedamos sin población adulta.

19 febrero 2011

Mundo. Reservas Internacionales Netas de Alimentos al Alza


La carrera internacional de compras de alimentos podría estar exacerbando la inflación de los precios en el mundo, pero es una reacción natural a la ineficiencia del orden mundial que permite a negociadores de commodities magnificar el efecto local, digamos, de una sequia en algún lugar del mundo, efecto que hubiera pasado inadvertido de no ser por la ambición de quienes conocen el trigo, la soya o el aceite de palma sólo en papeles y que no reparan en que más de 40’000,000 de personas ya han sido llevadas a la pobreza extrema desde junio del 2010 gracias a que deben renunciar a otras necesidades para poder alimentarse.

Los gobiernos de buena parte del mundo están creando o incrementando reservas de trigo, maíz, aceite, soya y granos en físico. Mientras que otros gobiernos le están dando trato preferencial a sus importaciones de alimentos.

Así, por ejemplo, (1) los pasados disturbios por el alza de los alimentos en países del norte de África y Medio Oriente tuvieron que ser acallados con compras gubernamentales adelantadas de soya y aceite de palma, (2) China se encuentra en franco proceso de compra de trigo para tener una reserva a lo largo del año, (3) Filipinas y Bangladesh siguen el ejemplo de su vecino, (4) India utiliza sus reservas existentes de granos, lo que significa que debe hacer reposiciones periódicas de lo consumido, y (5) Bolivia anuncia la conversión de sus reservas internacionales a granos.

Nuestros ancestros supieron darle importancia a su producción agrícola y pecuaria como medida de la riqueza y como reserva para tiempos difíciles. Nuestros antepasados más cercanos crearon la moneda como medio de pago, utilizando para ello reservas en oro que guardaban celosamente en las arcas de bancos centrales de cada país. Y, allá por el año 1976, gracias a la gitanería del dichoso metal dorado, las reservas de los bancos centrales reemplazaron el oro por los dólares americanos. Esta figura se ha mantenido inalterable, con la tibia adición del Euro, forzando a la mayoría de las naciones a proteger a esas monedas, pues sus fluctuaciones afectan a tirios y troyanos.

Ésta lógica del embudo con la parte ancha para los países más pudientes del mundo es nuestra realidad actual, así suene tan injusto como el incremento de precios de precios de los bienes mientras que los ingresos familiares se mantienen inalterables.

Los gobiernos del mundo que se preocupan por sus reservas de alimentos podrían estar gestando la creación de un mejor sistema de reservas internacionales que nos independice de la volatilidad de los juegos financieros de las bolsas en los países que inventaron este juego cruel.

Regresar a las reservas agropecuarias de nuestros ancestros podría no ser la más óptima organización internacional, pero es perentorio cambiar lo que, lejos de beneficiar a la raza humana, aleja a este nuestro mundo del ideal que toda generación tiene derecho a soñar y buscar. No olvidemos que quienes vivieron durante sistemas económicos injustos del pasado, como el feudalismo, consideraban a la organización imperante como lo normal e insuperable. Ha llegado el momento de re-pensar al capitalismo, entre otras razones, por no poder alimentar adecuadamente a la inmensa población mundial.